«¡Hola!, ¿de dónde sos? Ah sí, copado, ¿y porque estás en esta ciudad?, ¿cuánto tempo te quedarás acá?…»
Por lo general todo comienza así, una breve charla, y en pocos minutos ya se puede decir que conoces a alguien nuevo. Completamente nuevo. Y esa persona, que nunca habías visto en la vida, va a dormir en la misma habitación que vos, y posiblemente algunos otros que también nunca pasaron por tu camino hasta ahora, también compartirán un cuarto de baño y la cocina.
En realidad vas a compartir una casa entera con ellos o ellas, en una especie de intimidad que vos nunca pudiste haber tenido, incluso con amigos.
Parece extraño, pero créanme, es una experiencia increíble – por supuesto, si abres tu mente y permites que así sea.
Estoy hablando de hospedarse en un hostel, que más que una manera de asentarse en un pequeño lugar de paso, es promover una experiencia de vida y aprendizaje.
La idea surgió de forma espontánea en Alemania cerca del año 1912, cuando un profesor tuvo que refugiarse de una tormenta con sus alumnos y buscó una manera de alojarlos. Viendo el potencial en esto por su accesibilidad, especialmente financiera, y por la oportunidad de compartir de culturas, se impulsó la idea, y tanto éxito tuvo que hoy en día los hostels o albergues transitorios son cada vez más solicitados por los viajeros de todo el mundo.
Es cierto que un hostel no tiene el mismo tipo de servicio y la privacidad que un hotel típico, aunque es muy común que muchos de ellos tengan habitaciones privadas. Los servicios más específicos de los hoteles, como por ejemplo el servicio a la habitación, o los restaurantes buffet no son una opción, pero a cambio de esto hay cosas que sólo pueden suceder en un hostel:
Conocer mucha gente de lugares distintos, posiblemente de todo el mundo, y practicar con ellos idiomas que ya manejabas, o incluso aprender uno nuevo; o conocer a gente de tu propio país y hacer un intercambio de información y cultura con ellos; probar la comida típica de otros lugares, tener compañía para explorar la ciudad y hacer las excursiones que de otra manera harías solo, hacer nuevos amigos e ir a visitarlos en nuevos viajes, o incluso viajar con ellos…
Un viaje no tiene por qué ser sólo para conocer un lugar, también pueden ser a varios lugares y millones de experiencias, gracias a la gente que conocimos y a los cambios que vivenciamos.
Por eso olvídate timidez, abra la mente, y toma esta pista: ensaya esas pequeñas preguntas de aproximación inicial, pues siempre te ayudarán.
¿Y yo?, Siempre elegiré un hostel para hospedarme. ¡Es la mejor manera de viajar!
Gaby, Brasilia.
Noviembre 2015